Estudios y primeros trabajos.
Félix Aguilar nació en la ciudad de San Juan, el 2 de mayo de 1884, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, y además, dos años en la Escuela Nacional de ingenieros. Cuando tenía veinte años de edad se trasladó a La Plata, cuyo Observatorio, después de un lapso de crisis estaba en vías de iniciar una nueva época. En efecto, por ese entonces (1904), la Provincia de Buenos Aires, a la cual pertenecía, ultimaba los preparativos para transferirlo a la Nación. EI Gobierno Federal tomó posesión del instituto al comenzar el año 1905 y en la lista de nombramientos vemos aparecer al joven Aguilar en calidad de alumno astrónomo. Esto nos indica que su vocación, en esta fecha, estaba ya definida por la astronomía.
Mientras tanto los trabajos, que realizaba el doctor Joaquín V. González para lograr la fundación de una nueva Universidad Nacional en La Plata, «sobre la base de las instituciones científicas allí establecidas», cristalizaban con la sanción de la ley 4699, dada el 19 de setiembre dc 1905. Por esta ley, el Observatorio quedaba incorporado a la nueva universidad. Aguilar fue designado ayudante astrónomo (febrero de 1906) y se inscribe entonces en la carrera de ingeniero geógrafo, graduándose en 1910.
Esta carrera, que comprendía cinco años de estudios, incluía todas las materias del ciclo básico de ingeniería, especialmente geodesia y topografía, astronomía esférica y geofísica. No podía satisfacer, por consiguiente, las aspiraciones de su decidida vocación por los estudios astronómicos y matemáticos, y ello lo lleva a Europa; viaje que realiza bajo los auspicios de la Universidad y con el apoyo moral de su ilustre fundador, quien desde entonces habría de dispensarle gran estima.
En la Universidad de París estudia matemáticas y astronomía bajo la dirección de profesores eminentes: Mecánica Racional con P. Appell, y astronomía teórica con H. Andoyer; obteniendo los competentes certificados.
También visita otros dos centros de tradicional importancia como focos de cultura astronómica. En Berlín tiene ocasión de trabajar con el profesor Courvoisier en la determinación de posiciones estelares con el círculo meridiano, y estudia, además, guiado por H. Struve y Witt; ejercitándose, con este último, en el cálculo de órbitas. En Roma, en el viejo Collegio Romano, adquiere destreza en las observaciones con el círculo meridiano, y con el anteojo ecuatorial en la observación de estrellas dobles y pequeños planetas
Bien supo el joven estudiante recoger el fruto de estas enseñanzas, lo que no tardó en poner en evidencia al ser requeridos sus servicios en funciones de responsabilidad.
En este viaje conoce a la que habría de ser su dignísima esposa y eficiente colaboradora, doña Catalina Golden, con quien contrae enlace y regresa al país (principios de 1913).
Servicio internacional de latitud.
Aguilar inicia su labor astronómica, siendo estudiante todavía, en el Servicio internacional de Latitud, y junto a uno de los astrónomos italianos más conocidos por sus trabajos en esta materia, el doctor Luiggi Carnera, Jefe de la Oficina Central de este servicio, por encargo de la Unión Astronómica. Su cariño por esta obra de cooperación científica internacional se manifestó durante toda su vida.
Al organizarse la Universidad Nacional de La Plata, el doctor Joaquín V. González, cuyas preferencias por el Observatorio están bien documentadas en diversos pasajes de sus obras, quiso que la dirección del instituto estuviera en manos experimentadas y para ello contrató los servicios del doctor Francisco Porro di Somenzi, quien a poco de hacerse cargo de su puesto, advirtió las excelentes disposiciones naturales del joven Aguilar y no vaciló en confiarle tareas adecuadas.
En el año 1906, la Unión Geodésica internacional inauguró en Oncativo (Córdoba), una estación astronómica para investigar los movimientos del polo, misión que confió al doctor Carnera. En seguida de instalada, el Gobierno Argentino decidió su adquisición, y Aguilar fue designado para reemplazar al doctor Carnera (junio de 1907). Queremos señalar este hecho, pues el joven astrónomo quedó solo en Oncativo, librado a sus propias fuerzas, con la noción de la grave responsabilidad que significaba el haber substituido a un observador tan hábil como ya lo era el doctor Carnera.
Los resultados de sus observaciones, publicados por la Unión Geodésica internacional, prueban que hizo gran honor al encargo, demostrando con los hechos la aptitud de nuestros jóvenes para participar en estas empresas científicas.
La Jefatura de Oncativo la desempeñó a la par que estudiaba y en ella permaneció hasta marzo de 1910 en que la deja para rendir los exámenes finales y trasladarse a Europa. A principios de 1913 se reintegra a sus funciones, pero sólo por breve tiempo. En el intervalo de su ausencia habían ocurrido novedades en el Observatorio de La Plata. El sabio norteamericano Guillermo Hussey, había sido nombrado director y se hallaba empeñado en la tarea de reorganizar por completo el instituto, en lo que tuvo éxito, por cierto. La estación de Oncativo fue desmontada y “con la cordial aprobación de la Unión Geodésica Internacional”, según expresaba el propio Hussey, traída a La Plata; pero el ingeniero Aguilar debía consagrarse a otros trabajos planeados por el Dr. Hussey, de los cuales hablaremos después.
Aguilar, sin embargo, conservó su afecto por este servicio, manteniéndose en permanente comunicación con el doctor Carnera, su amigo desde que lo conoció. Y tan es así, que en 1934, lo primero que hace al tomar posesión de la dirección del Observatorio, es reactivar los trabajos de la Estación de Latitud en La Plata. Todos los trabajos vinculados a la reinstalación del Telescopio Zenital de Wanschaff fueron dirigidos por él personalmente y desde entonces las observaciones se efectuaron sin interrupción.
Labor con el círculo meridiano Gautier.
EI Observatorio de La Plata posee desde la época de su fundación, un buen círculo meridiano de 21 cm. de abertura, construido por el artista-mecánico P. Gautier, del Observatorio de París. Como todas las obras del notable artífice, reunió en su época extraordinarias cualidades técnicas. El instrumento había sido expuesto a la curiosidad pública en la Exposición Universal del París de 1889, con un letrero alusivo a su destino, el Observatorio de La Plata, y fue premiado por su mérito.
Instalado en La Plata en un pabellón especial, debió de servir para la formación de catálogos estelares de precisión, según los proyectos del director Beuf. Pero diversas circunstancias habían postergado su empleo hasta que el doctor Hussey (1913) decidió emprender una obra de vasto alcance.
La Astronomische Gesellschaft había proyectado hacía varias décadas la determinación de la posición exacta de todas las estrellas hasta la magnitud novena inclusive, trabajo que se efectuaría siguiendo un procedimiento uniforme. En su extensión hacia el Sur, el Observatorio de Córdoba trabajaba ya en la faja comprendida entre los 22 y 52 grados. El doctor Hussey había decidido cooperar a partir de esta última declinación. Aquí empiezan las mediciones del ingeniero Aguilar con el círculo meridiano Gautier del Observatorio.
El 4 de enero de 1914 comenzó sus observaciones en la zona comprendida entre los 57 y 62 grados, cuyos resultados forman los tomos 2, 3 y 7 de las Publicaciones del Observatorio.
Aguilar trabajó en este programa incansablemente. Miles de observaciones de la mejor calidad han quedado reducidas en los densos volúmenes en que fueron publicadas, testimonio de su pericia. El peso que en comparación con otras les atribuye el General Catalogue of 33342 Stars publicado por la Camegie Institution de Washington, es el mejor elogio que puede formularse en el lenguaje de los entendidos.
Aguilar admiraba el círculo de Gautier, y tenía motivos para ello: fue una herramienta digna del obrero.
Sucesor de Hussey.
Su ilustración, su talento, la rectitud de su juicio se imponen rápidamente en el ambiente universitario. Una atmósfera de cálido prestigio se forma en tomo a su persona. Por eso, cuando en 1917 el doctor Hussey decide abandonar la dirección del Observatorio, la Universidad no siente la tribulación de hallarle sustituto. Aguilar queda como encargado de la dirección durante un año. En 1919 es designado director titular. Por primera vez un argentino nativo, de tierra adentro, es objeto de tan señalada distinción. Su nombre se une a los de Beuf, di Somenzi, Hussey. Tenía 35 años de edad.
La dirección de Hussey había sido rica en consecuencias. En pocos años transformó el Observatorio por completo. Inicia la publicación de la serie astronómica (1914), cuyo primer tomo es saludado por la prensa de la especialidad como indicio del resurgimiento de una institución aletargada durante largos años. Aguilar se encuentra, pues, con el Observatorio en pleno trabajo, con una orientación. El cargo no le exige mayor desvelo. La época, sin embargo, era de lo más azarosa. Desde 1918 el ambiente universitario argentino se venía agitando con permanente vigor en procura de una transformación integral de los centros de estudios superiores: querían nuevos métodos, maestros capaces y estudiosos, un nuevo espíritu en las aulas. Estas exigencias estaban en el propio Aguilar, como bien categóricamente se lo hicieron notar los estudiantes; pero, circunstancias que no podría analizar en este momento, determinaron su retiro del observatorio y de la Universidad: renunció a todo.
Serenados los ánimos, los estudiantes, espontáneamente, valorarían esta actitud, inspirados, según dijeron, “en la misma moral justiciera con que proceden en todos los casos en que juzgan, a través de la conducta de los hombres, las proyecciones éticas de los sucesos”.
En el intervalo y en una situación nada envidiable, había ejercido la vicepresidencia y la presidencia de la Universidad (1920).
En el Instituto Geográfico Militar
En julio de 1921 se incorpora al Instituto Geográfico Militar, en calidad de geodesta astrónomo y un año después es designado Jefe de la División Geodesia, a cuyo frente permanece por espacio de trece años.
El profesor Mayor Héctor A. Barreiro, en una nota que publicó en Tribuna, de San Juan, el 30-9-1943, dice con relación a su obra en el Instituto: En esta repartición creó nuevos servicios y organizó distintas labores geodésicas que fueron básicas para impulsar los trabajos fundamentales del país en esta disciplina científica.
En este Instituto fundó el Servicio internacional de la hora, cuyas instalaciones dirigió personalmente y que constituye el primer observatorio de Sud América, por sus valiosas instalaciones y lo científico de sus determinaciones.
En el orden geodésico produjo innovaciones de tal trascendencia que los planes y programas de trabajo perduraron a través de los tiempos.
Su importante producción sobre Elementos de Tangencia, publicada oficialmente en 1922, constituyó la base para la coordinación cartográfica de nuestro país, mediante la introducción definitiva del sistema de coordenadas planas Gauss-Krüger.
Asimismo en el archivo técnico del Instituto están documentados gran cantidad de determinaciones astronómicas y de gravedad que personalmente ejecutó el ingeniero Aguilar en nuestro extenso territorio y que constituyen el acervo argentino más valioso de nuestra geodesia.
Labor docente. Los estudiantes
Aguilar se inicia en la docencia universitaria en 1915. Durante cinco años dictó la cátedra de análisis matemático en la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas de La Plata, turnándose con el doctor Hugo Broggi.
En 1918 dictó también en el Observatorio el curso de astronomía teórica.
Al separarse de la Universidad en 1920, interrumpe sus tareas docentes hasta principios de 1923, en que es llamado a formar parte del cuerpo de profesores de la Escuela Superior de Guerra. Aquí enseña astronomía, geodesia y matemática (1923-34) a los oficiales superiores del Ejército.
Pero su desvinculación de la Universidad no pudo subsistir. A pesar de los acontecimientos relatados, Aguilar no pudo separarse de los estudiantes platenses, ni éstos de Aguilar. En 1925, una delegación del Centro de Estudiantes de Ingeniería le pide que se reintegre a la Facultad. La cátedra de geodesia lo necesitaba y él no había de negarse (Boletín Universidad La Plata, t.12, p. 465; 1928). Con esta solicitud los estudiantes le rendían el homenaje de su aprecio.
Los estudiantes siempre lo valoraron. En 1928, lo manifestaron públicamente en el seno del H. Consejo Superior de la Universidad, como se verá en seguida.
En noviembre de 1928, venció el contrato que la Universidad había celebrado en 1922 con el astrónomo alemán doctor Juan Hartmann para que dirigiera el Observatorio en reemplazo del ingeniero Aguilar. Como el doctor Hartmann expresara que no le sería posible renovar el convenio porque deseaba regresar a su patria (Boletín Univ. La Plata, t.12, p. 396), la presidencia propuso al H. Consejo Superior el nombramiento del ingeniero Aguilar, y la Comisión de enseñanza, integrada por los doctores Ricardo Levene y Alfredo L. Palacios y el ingeniero Alejandro Botto, lo auspició por unanimidad luego de ponderar la capacidad científica del candidato; y en la sesión del 25 de octubre de dicho año, fue designado director por seis años.
Aunque el ingeniero Aguilar no aceptó el nombramiento, la ocasión permitió aquilatar su prestigio y la sinceridad de la estima estudiantil, cuyo vocero manifestó en el curso de la sesión del Consejo : “Los estudiantes van a saludar con entusiasmo la reincorporación del ingeniero Félix Aguilar a la dirección del Instituto del Observatorio, lo que importa su vinculación más estrecha con la obra docente y científica de la Universidad”; agregando, con relación a las causas que motivaron su anterior retiro en 1920: “Los estudiantes lo dejaron retirar… con verdadera pena, con sincero dolor, en épocas de exclusión irremediable, como ocurre siempre que se producen cambios fundamentales de régimen en la vida de las instituciones”. Mas, no desesperaron en que llegaría el día en que se podría rendirle un homenaje a su capacidad científica y a su integridad moral, como lo hacen por su intermedio de su representación en el Consejo Superior. (Boletín Univ. La Plata, t.12, p. 465).
Hemos subrayado esta última frase por su emotivo significado. Al oírla, el señor Presidente, doctor Loyarte, dijo que esas palabras demostraban “el reconocimiento de los estudiantes por lo más sagrado que puede dar un hombre a la Universidad: su capacidad, su conducta como ejemplo, su labor en la investigación científica o su dedicación sin límite a las enseñanzas que le han sido confiadas”, y no faltó en aquella oportunidad la palabra responsable del propio doctor Palacios, quien al elogiar la actitud alta y noble de los estudiantes, expresó que “los hombres en la Universidad valen, en primer término, por los ideales que sean capaces de despertar en la juventud”: éste era, precisamente, el caso del ingeniero Aguilar.
La etapa culminante
El año 1934, marca el comienzo de la etapa culminante de su labor científica. EI Consejo Superior de la Universidad de La Plata lo llama otra vez para reemplazar al doctor Hartmann, quien había aceptado dirigir el observatorio hasta aquella fecha.
El 16 de mayo de 1934, asume el cargo en una sencilla ceremonia presidida, por el señor Presidente de la Universidad, doctor Ricardo Levene. El doctor Hartmann se lo entrega con estas palabras: “Me alegra entregar en este momento la dirección de esta casa de estudios, de este célebre observatorio de la Universidad de La Plata, en las manos de un sabio de tan excelente preparación, de un hombre de tan altas cualidades morales: de nuestro mejor astrónomo argentino, ingeniero Félix Aguilar” (Boletín Univ. La Plata, t. 18, N° 1, p. 47; 1934).
En su discurso de recepción, Aguilar hace un balance del estado de los estudios astronómicos en el país y de la orientación de los dos grandes observatorios argentinos en este sentido, llegando a la conclusión de que no se han realizado los propósitos de Sarmiento y González, quienes “con clara visión del porvenir de nuestro pueblo, apoyaron con todo entusiasmo los estudios astronómicos entre nosotros para señalar a la joven nacionalidad rutas espirituales que contribuirían a dignificarla”. “El inventario de las fuerzas astronómicas nacionales muestra claramente que el país no está en condiciones de dotar de personal científico argentino a sus dos grandes observatorios”. Y eso demuestra que se han desvirtuado los propósitos perseguidos con su fundación. (Boletín citado, p. 48).
Inmediatamente se entrega de lleno a la reorganización del Instituto. En nueve años de intensa labor da nuevo impulso a las investigaciones, especialmente a las astrofísicas; proyecta el relevamiento gravimétrico del país; elabora el proyecto de ley sobre medición de un arco de meridiano; proyecta la instalación de una estación astronómica austral en la Patagonia (Santa Cruz); organiza la Escuela Superior de Ciencias Astronómicas y Conexas; aumenta el personal de todos los departamentos (en pocos años duplicó el presupuesto); reorganiza la Biblioteca, asegurando su funcionamiento, y esta ingente labor no le impide proseguir sus propias investigaciones; dirigir y reorganizar el Observatorio Nacional de Córdoba por encargo del Superior Gobierno de la Nación (Revista Astronómica, t. 9, p. 244; 1937 y t. 10, p. 238 (1938)); intervenir como delegado argentino en la demarcación de límites con Bolivia y con Chile, en cuyos trabajos toma parte principalísima tanto en el planeamiento como en su ejecución sobre el terreno.
Escuela Superior de Ciencias Astronómicas.
Con arreglo a las leyes que crearon la Universidad Nacional de La Plata, el Observatorio debía organizarse “de manera que constituya una Escuela superior de ciencias astronómicas y conexas pudiendo habilitarse locales para estudiantes pensionistas, del país o del extranjero, que quieran consagrarse al estudio de dichas ciencias”. El doctor Joaquín V. González insistió especialmente en este punto: debía ser un centro de investigación y de enseñanza. El deseo del fundador, sin embargo, nunca había tenido, hasta 1934, realización satisfactoria. (Véase la crítica del consejero Ing. Justo Pascali, en Boletín Univ. La Plata, t.18, N.° 5, p. 250/52; 1934). El Observatorio había cumplido sólo uno de los fines; pero esto era insuficiente.
Al hacerse cargo de la dirección, el ingeniero Aguilar se encontró con dos proyectos sobre esta materia: uno del ingeniero Pascali y otro del doctor Hartmann. Requerido su dictamen por el H. Consejo Superior de la Universidad, manifiesta, ante todo, su entusiasmo por el asunto; luego expone sus ideas, que no podemos dejar de transcribir :
Esta Escuela llenará una necesidad indudable del ambiente nacional y constituirá uno de los objetivos primordiales de la misión del Observatorio de la Universidad. Las enseñanzas de la Escuela deberán satisfacer la necesidad de formar astrónomos, geodestas y geofísicos argentinos. “Desde hace más de medio siglo, nuestro país realiza considerables esfuerzos en pro de la cultura astronómica. Allí están para atestiguarlo los observatorios de Córdoba y La Plata”.
Gracias a los trabajos de Gould principalmente, el Observatorio de Córdoba alcanzó gran prestigio en el mundo científico y llegó a figurar entre las primeras instituciones de su especie. Sin embargo, no llenó el objetivo nacional que se tuvo en vista al fundarlo: la formación de astrónomos argentinos.
Lo que más interesa en este caso a un país en formación, como el nuestro, es instruir jóvenes argentinos para llegar a vincularse efectivamente por su intermedio a la obra de cultura astronómica nacional e internacional.
Mantener misiones. extranjeras para que realicen trabajos, aunque sean ellos muy importantes, es sólo un rasgo de generosidad, sin trascendencia ni provecho cultural para el país.
El Observatorio de La Plata ha cumplido, aunque en reducida escala, su misión docente, y con el apoyo del H. Consejo Superior y del señor Presidente de la Universidad, podrá en lo sucesivo realizar esta labor en las proporciones requeridas por el adelanto de la Nación .
Como lo establece la Ley-Convenio, al mismo tiempo que la Astronomía, en la Escuela debe enseñarse la Geofísica. Así se instruirá al personal científico capacitado para realizar los trabajos geodésicos que darán el fundamento de la geografía matemática de nuestro territorio, y al que abordará las investigaciones relacionadas con la exploración y la explotación de las riquezas de la corteza terrestre». (Boletín Univ. La Plata, t.18, N° 5, p. 263/4; 1934).
Luego analiza los planes de estudios proyectados y formula, a su vez, su proyecto, «que comprende, dice, un conjunto de materias preparatorias y tres núcleos de especialización: astronomía, geodesia y geofísica.
EI Consejo Superior lo aprueba en seguida y lo mismo hace el Gobierno Federal. Y el 10 de abril de 1935, se inaugura la Escuela. Aguilar dice en su discurso: “Treinta años han transcurrido desde que el pensador sembró la idea hasta el día de hoy, en que nos encontramos aquí congregados para comenzar su realización. Y lo hacemos con el sano optimismo de un pueblo joven y vigoroso, consciente de sus amplias posibilidades intelectuales”. El acto, agrega, “tiene para mí el alcance de una reafirmación del ideal originario”. (Boletín Univ. La Plata, t.19, N° 2, p. 27; 1935).
Dirigiéndose a los jóvenes, expresa: “Los jóvenes que hoy inician esta noble cruzada deben tener siempre presente que el cultivo de la ciencia astronómica impone una disciplina de modestia. Deben recordar que su primera tarea es observar, y aquí observar significa medir, medir muy bien, poner en acción la conciencia y la honradez de que somos capaces.”
“Que los grandes descubrimientos científicos son obra colectiva. Que sin los observadores como Tycho-Brahe, ni Kepler ni Newton ni Einstein hubieran existido”.
“Que las conquistas científicas con que Alemania asombró al mundo en los últimos cincuenta años, no hubieran sido tales sin esa falange innúmera de trabajadores anónimos que prepararon el advenimiento de las grandes figuras”.
“Deben recordar los jóvenes que inician los estudios astronómicos -concluyó- que no siempre es prudente renunciar desde el principio a las investigaciones modestas para abordar los grandes problemas científicos” (Boletín citado, p. 29).
Pocos días antes de su muerte, Aguilar tuvo la fortuna de despedir en el puerto de Buenos Aires a dos de los primeros egresado de la Escuela, los doctores Carlos U. Cesco y Jorge Sahade, en favor de los cuales obtuvo sendas becas de la Universidad de La Plata, para que se impongan de los modernos métodos astrofísicos en los Estados Unidos.
Los estudios gravimétricos.
En su programa de trabajo Aguilar anunció que se efectuarían estudios gravimétricos. Estos estudios, como es sabido, tenían por objeto la mejora de nuestros conocimientos sobre la forma de la Tierra, y sirven, además, a los fines prácticos de la exploración de las riquezas del subsuelo (yacimientos minerales y petrolíferos).
Hasta 1934, las mediciones gravimétricas pendulares se limitaban a seis estaciones, obra del propio Aguilar, como complemento de otros trabajos astronómicos realizados en el Instituto Geográfico.
La carencia de elementos no fue un obstáculo para él. En seguida comenzó a formar el personal necesario, consiguió los equipos, trazó los planes, comunicó a sus colaboradores su fe y su entusiasmo, y a principios de 1936 pudo partir de La Plata la primera expedición gravimétrica efectuada en el país, la que en dos años midió el valor de la gravedad en sesenta puntos situados al Norte de La Plata, hasta el límite con Bolivia.
En el ínterin, otra comisión fue encargada de determinar la diferencia de gravedad entre La Plata y la estación de referencia internacional situada en Postdam (Alemania) , con lo cual, los trabajos argentinos quedan vinculados con los que se realizan en otras partes del mundo.
El ingeniero Aguilar adquirió, asimismo, un aparato cuadripendular con el que se dio término, hacia el Sur de La Plata, al perfil gravimétrico norte-sud que cubre el país desde el paralelo -22° 15′ (Aguaray) hasta el -54° 48′ (Ushuaia), con un total de 130 estaciones; y además, como colaboración del Observatorio a las tareas del Arco de Meridiano, hizo medir la gravedad en 77 puntos próximos a los vértices de la triangulación, lo que sirvió de apoyo para investigaciones de detalle con gravímetros rápidos.
Aguilar inaugura la gravimetría argentina con el carácter que él mismo le ha precisado y la deja con el porvenir asegurado en manos jóvenes y de probada vocación.
La estación astronómica austral.
Al año de ser nombrado director, se dirige a la Presidencia de la Universidad iniciando las gestiones necesarias para la instalación de una estación astronómica en la Patagonia austral.
Para conocer su pensamiento sobre el particular, nada mejor que transcribir sus propias palabras: “Una tal estación, donde se puedan realizar ventajosamente observaciones de carácter fundamental de las estrellas australes, es una necesidad sentida en nuestro Instituto y un anhelo del mundo científico”, expresado en las últimas asambleas astronómicas internacionales.
«La escasez de observatorios astronómicos en el Hemisferio Sud, explica la marcada inferioridad en que actualmente se encuentra la astronomía de posición en cuanto se refiere al cielo austral. La necesidad más urgente es la determinación de posiciones absolutas de un número limitado de estrellas. En este trabajo es sobre todo importante la exactitud de las posiciones, que deben resultar en el mayor grado posible libres de errores sistemáticos.
Para asegurar este fin primordial deben llenarse las siguientes exigencias: Personal científico capacitado para investigar el instrumental y los resultados de las observaciones, observadores expertos en las delicadas mediciones con el círculo meridiano, un círculo meridiano de la mejor construcción, relojes de péndulo exactos y los demás accesorios, un pabellón adecuado, una ubicación propicia desde el punto de vista meteorológico y de la latitud geográfica.
Nuestro Instituto cuenta con todos los elementos más importantes : dispone del personal científico necesario y de un excelente círculo meridiano de Repsold. (Boletín Univ. La Plata, t. 12, Nº 2, p. 32; 1935).
En noviembre de 1935, acompañado del astrónomo Juan José Nissen, se traslada a Río Gallegos, con el objeto de elegir el sitio. Valorados sobre el terreno diversos elementos de juicio, llegó a la conclusión que la región más apropiada era “el valle del río Leona, que corre de norte a sur uniendo los grandes lagos Viedma y Argentino”. Al efecto eligió un punto ubicado una legua al sud del hotel de Paso del Río Leona, sobre la margen derecha de este río.
Labor en las comisiones de límites
El ingeniero Aguilar prestó también útiles servicios al país como miembro de las comisiones de límites argentino-boliviana y argentino-chilena.
Diremos, con relación a su labor en la Comisión Mixta Argentino-Boliviana instituida en el Protocolo del 23 de marzo de 1939, que le tocó dirigir sobre el terreno la demarcación del tramo de frontera que más dificultades había suscitado en el viejo proceso de límites: el que va desde el Cerro Zapaleri (punto tripartito) hasta El Condado.
Intervino en varios trabajos relacionados a la frontera chilena.
El arco de meridiano.
La medición de un arco de meridiano era un asunto que preocupaba al ingeniero Aguilar desde hacía muchos años: “No podemos los argentinos sustraernos a una imposición natural. Este territorio de la patria, cuyas riquezas y bellezas causan la admiración del mundo y nuestro justo orgullo, es el único de la Tierra que se extiende a tan grandes latitudes australes”. Pero recién en 1934 se le presenta una ocasión realmente propicia.
En setiembre de dicho año se dirige a las autoridades de la Universidad de La Plata formalizando las gestiones. Pide que el H. Consejo preste su auspicio al proyecto de ley que acompaña destinado “a satisfacer las necesidades prácticas de las obras públicas y de la investigación de la forma y dimensiones de la Tierra”.
En los fundamentos expresa que la medición de un arco tan extenso (unos 4.400 km), además de ser un valioso aporte de la República Argentina al progreso de los conocimientos geográficos universales, permitirá el estudio minucioso de 200.000 km2 de nuestro territorio, aproximadamente. (Para mayores detalles, véase : Boletín Univ. La Plata, t. 18, N° 5, p. 271/77 ; 1934) .
Apoyado por la Universidad, Aguilar siguió la iniciativa en todo su curso, comprometiendo la ayuda de quienes estaban en condiciones de asegurar el éxito en el Parlamento (Palacios, Espíritu y técnica en la Universidad, p. 62; La Plata, 1934). Este es el origen de la ley 12.334, dada por el H. Congreso Argentino el 21 de diciembre de 1936, la cual declara que tales trabajos son de utilidad pública.
El Poder Ejecutivo de la Nación, por decreto del 8 de mayo de 1937, le da una gran satisfacción moral, pues lo designa Presidente de la Comisión Honoraria encargada de dirigir los trabajos.
La muerte le ha sorprendido cuando las operaciones se hallaban en pleno desarrollo. Los resultados obtenidos -de suma precisión, comparables con las más afortunadas operaciones geodésicas europeas y norteamericanas-, colmaban sus esperanzas.
La total realización de esta empresa científica, será el más grato monumento que pueda erigirse en memoria de quien concibió la obra; consagrando su vida al cumplimiento del deber, haciendo un culto del trabajo, con la mirada puesta siempre en el porvenir de la patria, a la que sirvió con entrañable cariño y desinterés.
La hondura de su ciencia no lo hizo retraído; por el contrario, era afable, comunicativo y el respeto que inspiraba provenía de su autoridad moral.
Conocía nuestro territorio de uno a otro extremo; pero sobre todo amaba a su querida provincia natal, a la que recordaba siempre con sincera emoción. Socio honorario de la Asociación de Maestros Sarmiento, de San Juan, enriqueció su biblioteca con importantes donaciones de libros. A su despacho en el Observatorio llegaban a menudo los estudiantes sanjuaninos.
Muestra de su espíritu exquisito son los jardines del Observatorio, admiración de propios y extraños: hay en el parque, que él mismo hizo remodelar por un técnico, árboles de las más finas especies, policromía de flores y sus dilectas calandrias.
Virginio Manganiello, Félix Aguilar, Tirada aparte de la Revista Astronómica, T. XV, Nº V, 1943